CARTA A MI AMIGO EDUARDO
Se podrán eludir, violar, burlar las leyes impuestas por los hombres, mas no así las naturales. Racionalmente lo sabemos desde pequeños, pero recién lo comprendemos cuando el transcurrir inexorable del tiempo nos hace mayores...
Te llevo doce años, amigo, que no es tanto y es muchísimo, porque ayer mismo tenía yo tu edad y hoy estoy casi viéndome como veía a mi padre durante sus últimos años en la Tierra...
Es un choque constante entre el hoy-ayer y el hoy-hoy...
No es nada fácil sobrellevarlo, porque se superponen los hechos recientes con aquello que aconteció décadas atrás, todo mezclado en un hoy confuso donde los mismos rostros se ven diferentes.
El nene, el pibe, el muchacho, el hombre... ¡juntos!!!
Y la nostalgia...
Escenas que fluyen espontáneamente de nuestros cofres de recuerdos: la primera vez que caminé solo; aquella pelota de cuero número 2 que papá me regaló y casi me vuelvo loco de alegría; mi boinita vasca y la bombacha bataraza; mi inocencia... ¡mi inocencia...!!!
Y este ahora, este ahora que no sé bien a qué época de mi vida corresponde, con mi cuerpo dolorido, cansado... y mis pensamientos burbujeando inquietos... queriendo comprender, captar la realidad que me supera.
La idea del principio y el final, el Alfa y Omega de la existencia, los extremos vitales del Ser... todo en una sucesión de ayeres que parecen infinitos, de un hoy que se va rápidamente y de un mañana que se reduce tras cada hoy vivido...
Querido amigo y hermano, quizás dentro de poco releas estas líneas y tengas un recuerdo más en tu corazón...
¡Es tan veloz el tiempo!!!
No me percato de los años transcurridos, hasta que algo actúa como detonante y entonces surgen los recuerdos y me doy cuenta de cuánto he vivido y de lo poco que me queda por vivir.
Es como un cuento creado por un escritor de gran imaginación. Escenarios y situaciones irreales que nos divierten o emocionan, pero que no son de este mundo palpable del que formamos parte, ¿se entiende?
Envejecer es tan natural como morir, sin embargo ambas cosas provocan resistencia, pues el ser humano desea vivir, estar, ser y hacer... con plenitud.
Luego de los primeros rounds con la realidad llega la conciencia de lo irreversible y una especie de fatalismo nos inunda de resignación o, si somos medianamente evolucionados, de aceptación.
Y es cuando ya no vemos el cielo como una meta de nuestro ascenso, sino como el final de nuestro recorrido.
Los más jóvenes se cansarán de escucharnos contar nuestras historias, y nosotros, emocionados como la primera vez, no comprenderemos la incomprensión de ellos.
Choque de generaciones, circunstancias que se reiteran siglos tras siglos, nos harán callar más de una vez, refugiarnos en cualquiera de nuestros recuerdos, mientras que los pibes se preocuparán imaginándonos enfermos, distraídos, distantes...
Pero... ¿para qué seguir hablando de lo que ambos ya sabemos?
Disfrutemos plenamente de este hoy-hoy para que más tarde sea un hoy-ayer digno de ser revivido...
Un abrazo muy fuerte, amigo mío. Sinceramente,
ModuS
Te llevo doce años, amigo, que no es tanto y es muchísimo, porque ayer mismo tenía yo tu edad y hoy estoy casi viéndome como veía a mi padre durante sus últimos años en la Tierra...
Es un choque constante entre el hoy-ayer y el hoy-hoy...
No es nada fácil sobrellevarlo, porque se superponen los hechos recientes con aquello que aconteció décadas atrás, todo mezclado en un hoy confuso donde los mismos rostros se ven diferentes.
El nene, el pibe, el muchacho, el hombre... ¡juntos!!!
Y la nostalgia...
Escenas que fluyen espontáneamente de nuestros cofres de recuerdos: la primera vez que caminé solo; aquella pelota de cuero número 2 que papá me regaló y casi me vuelvo loco de alegría; mi boinita vasca y la bombacha bataraza; mi inocencia... ¡mi inocencia...!!!
Y este ahora, este ahora que no sé bien a qué época de mi vida corresponde, con mi cuerpo dolorido, cansado... y mis pensamientos burbujeando inquietos... queriendo comprender, captar la realidad que me supera.
La idea del principio y el final, el Alfa y Omega de la existencia, los extremos vitales del Ser... todo en una sucesión de ayeres que parecen infinitos, de un hoy que se va rápidamente y de un mañana que se reduce tras cada hoy vivido...
Querido amigo y hermano, quizás dentro de poco releas estas líneas y tengas un recuerdo más en tu corazón...
¡Es tan veloz el tiempo!!!
No me percato de los años transcurridos, hasta que algo actúa como detonante y entonces surgen los recuerdos y me doy cuenta de cuánto he vivido y de lo poco que me queda por vivir.
Es como un cuento creado por un escritor de gran imaginación. Escenarios y situaciones irreales que nos divierten o emocionan, pero que no son de este mundo palpable del que formamos parte, ¿se entiende?
Envejecer es tan natural como morir, sin embargo ambas cosas provocan resistencia, pues el ser humano desea vivir, estar, ser y hacer... con plenitud.
Luego de los primeros rounds con la realidad llega la conciencia de lo irreversible y una especie de fatalismo nos inunda de resignación o, si somos medianamente evolucionados, de aceptación.
Y es cuando ya no vemos el cielo como una meta de nuestro ascenso, sino como el final de nuestro recorrido.
Los más jóvenes se cansarán de escucharnos contar nuestras historias, y nosotros, emocionados como la primera vez, no comprenderemos la incomprensión de ellos.
Choque de generaciones, circunstancias que se reiteran siglos tras siglos, nos harán callar más de una vez, refugiarnos en cualquiera de nuestros recuerdos, mientras que los pibes se preocuparán imaginándonos enfermos, distraídos, distantes...
Pero... ¿para qué seguir hablando de lo que ambos ya sabemos?
Disfrutemos plenamente de este hoy-hoy para que más tarde sea un hoy-ayer digno de ser revivido...
Un abrazo muy fuerte, amigo mío. Sinceramente,
ModuS
Etiquetas: EMOCIONES, HISTORIAS REALES