martes, enero 22, 2008

EL RETRATO

Cuenta una leyenda urbana, de las tantas que circulan por ahí, que un inquieto electricista, una noche durante la que estaba verificando la iluminación interior del principal museo de Mar del Plata, aprovechando que lo habían dejado un rato solo se atrevió a descolgar una famosa obra pictórica, allí expuesta, para observarla al trasluz.

Por todos es sabido que, merced a las últimas tecnologías, han sido descubiertas obras superpuestas en una misma tela. Son varios los autores, la mayoría muy famosos, cuyas obras escondían esa condición de "reciclado" no visible a los ojos. Quizás Manuedu, el electricista de nuestra historia, haya leído o escuchado tal información y por eso se sintió tentado a revisar más a fondo el retrato que tenía en sus manos.

Encendió la potente lámpara halógena.del escritorio de la oficina de administración y comenzó a revisar milímetro a milímetro la tela desde el reverso, con la pintura hacia la luz, intentando tal vez descubrir una capa oculta de la obra, algo que lo llevara a conocer más íntimamente una circunstancia personal del renombrado artista autor del retrato. Nada halló que respondiera a sus deseos, por lo que decidió, muy atinadamente, volver a colgar en su sitio el cuadro y retomar su tarea específica. A las siete de la mañana concluyó su trabajo y se retiró rumbo a su domicilio.

Cuando ese día el museo abrió sus puertas al público se registró una escena inusitada frente al espacio ocupado por el retrato tan famoso de nuestra historia. Los visitantes más asiduos, aquellos que conocían y admiraban profundamente la obra, creyeron estar dementes cuando vieron que la hasta entonces dulce y fresca modelo del retrato, popularmente conocida como "La niña de nácar", se mostraba casi carbonizada, manchado de sangre negra su ampollado rostro, con el cabello prácticamente desaparecido, sin cejas ni pestañas, los ojos enormes abiertos de horror, arrugada y roja toda la carne.del cuello, algo que aterrorizó a todos y causó fuertes exclamaciones y no pocos desmayos.

Fue uno de esos testigos el que, gracias a la intervención a mi favor de un amigo mutuo, se animó a narrarme lo sucedido para que pudiera yo publicarlo en mi boletín de sucesos extraños. Recuerdo que la persona finalizó su relato diciendo: "Sentimos como si de pronto la escena de siempre hubiera sido cambiada mágicamente, sin explicación racional. Tuvimos la espantosa sensación de que la imagen de la modelo había estado viva siempre, por algún extraño sortilegio, hasta perecer quemada por acción de vaya uno a saber qué o quién..."

El retrato nunca más fue exhibido al público y nadie dio explicación alguna a la prensa.

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