miércoles, junio 07, 2006

ECO EN LAS MONTAÑAS


La curiosidad de un niño y la sabiduría de su padre nos enseñan algo muy importante en esta historia de hoy...

Un padre llevó a su hijo a las montañas y mientras caminaban, el hijo tropieza con una piedra, cae al suelo, se hace daño y lanza un grito al aire: —¡Ay!

El eco de las montañas le devuelve el grito ”¡Ay!”.

Sorprendido, el niño pregunta: —¿Quién es?

“¿Quién es?”, repite el eco.

El niño, aún más confundido y casi enfadado, añade: —Debes ser muy cobarde. ¿Por qué no das la cara?

Y el eco de las montañas le devuelve las mismas palabras. El niño, muy enojado, sentencia: —¡Estúpido!

Y así continuaron los insultos y los ecos, hasta que el padre cariñosamente le dijo: —Hijo, si no te gusta lo que recibes, cuidado con lo que emites. Si tus actos son violentos, agresivos, muestran debilidad, albergan resentimiento..., recibirás energías afines. Tú piensas que la culpa la tiene el otro: tu amigo, tu cónyuge, tu jefe, el vecino, etc., pero no es así. Lo que te ofende es el eco detonante que producen tus debilidades en el ambiente. Suena como trueno, ¿verdad?

El niño escuchaba atentamente las suaves y sabias palabras de su padre, que continuó explicándole: —Ahora que madures, tendrás que aprender a descubrir tus debilidades, superarlas y establecer límites para comprometerte con la vida. Deja de culpar al otro, el otro no es tu enemigo, el otro es tu eco, así es como suena lo que eres por dentro. Cualquier situación funciona como eco.

Y concluyó diciendo el hombre: —Hasta que no comprendas el fenómeno del eco seguirás culpando sin liberarte ni cambiar tu suerte. Vivirás sintonizado con cualquier situación o personaje afín a tus debilidades, que por ley de semejanzas atraes a tu vida...

Colaboración de María Lucía Stone

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